Una de las tradiciones que ofrece Madrid y que más llama la atención a los que no somos madrileños (aunque el tener una abuela madrileña, y orgullosa, a mí no me hacía verlo tan raro) es la del bocadillo de calamares. Casi tanto como lo de comprarse pelucas en la Plaza Mayor en el mercadillo de Navidad. Aunque eso sí que no lo llego a entender.
Y es que el comerse un bocata de calamares, sobre todo en la Plaza Mayor, es una tradición para todo habitante o visitante de la capital del reino. El origen de esta tradición no lo sé y tampoco he encontrado reseñas al respecto, aunque no deja de ser curioso que sea tradicional comerse un bocadillo de calamares en el sitio donde más se añora el mar.
Lo típico es comérselo en la Plaza Mayor, o mejor dicho, en las salidas de ésta. Así, en la salida de la Plaza Mayor hacia la Plaza de San Miguel, en el número 5 de la calle Ciudad Rodrigo, hay un sitio pequeñito a mano izquierda según sales de la Plaza Mayor donde apenas caben 10 personas (apretándose) pero que congrega en su entrada a unas 50. Se trata de Casa Rúa, que antes visitaba con asiduidad y que hace un tiempo no visito. Además, las bravas están de muerte. Eso sí, el que quiera sentarse lo tiene crudito, con lo que lo mejor es cogerse el bocata y, si está vacío o medio vacío,quedarse en la barra, pero si no, salirse a la puerta y comérselo en la calle mientras te bebes una caña bien tirada. No serás el único, y si te quedas en la barra, por bien colocado que estés, vas a tener que estar aguantando a los de detrás pidiendo bocatas y viéndolos pasar por delante de tus narices, eso si no te dicen que se los pases. Pese a esto, es muy recomendable, y casi diría que visita obligada. Eso sí, intenta no ir demasiado tarde, porque se nota en la calidad del pan. A la hora del aperitivo, sobre la 1 más o menos, es un buen momento.
En la salida de la calle Botoneras, hacia la calle Imperial, tenemos dos sitios también muy recomendables y que son una alternativa perfecta a Casa Rúa: La Ideal y La Campana.
La Ideal tiene buenos bocatas de calamares y es del tipo Casa Rúa: sitio pequeño en el que coger el bocata y sacarlo a la calle, como se puede apreciar en la foto. Los bocadillos están buenos, aunque creo recordar que son un poco más caros que en los demás sitios. De todas formas, la diferencia de precio no es problema porque están igual de buenos, y suele estar un poco más vacío que La Campana, que está justo al lado.
La Campana es un poco distinto a los dos que he reseñado hasta ahora. No porque el bocata sea mejor o peor (eso va a gustos, y tantos admiradores como detractores tiene un sitio como los otros) sino porque es un poco más grande y si tienes suerte te puedes sentar. Eso sí, cómodamente no. Las mesas son bajitas y te tienes que sentar en taburetes de madera, con lo que la comodidad brilla por su ausencia. Supongo que para que la gente no se eternice en las mesas, que el negocio es el negocio. Y me parece comprensible. Un sitio con tanto trasiego de raciones y bocatas como este no puede permitirse grupos de sobremesa, o se les acaba el negocio. Al fin y al cabo no es un restaurante. Los bocatas, buenísimos, como en los otros dos.
Pero hay vida más allá de la Plaza Mayor, y también hay bares en los que comerse un buen bocadillo de calamares casi a cualquier hora. Por ejemplo, en Atocha, en la Glorieta Carlos V (frente a la estación) está El Brillante, que muchos consideran el mejor bocadillo de calamares de Madrid, pero que a mí me sabe demasiado a fritanga, y para que un bocadillo de calamares te sepa más a fritanga que los de la Plaza Mayor, tiene que ser mucha fritanga. No obstante, si te pilla por la zona de Atocha (o por otras, porque hay bastantes más repartidos por la ciudad) y te apetece un bocata de calamares, es una muy buena opción.
Eso sí, tanto en un sitio como en los otros, intenta no mirar a las freidoras, o no te lo comes. Aunque de todas formas, mires o no, cuando te comas el primero te entrarán ganas de comerte un segundo. Palabra.
Y es que el comerse un bocata de calamares, sobre todo en la Plaza Mayor, es una tradición para todo habitante o visitante de la capital del reino. El origen de esta tradición no lo sé y tampoco he encontrado reseñas al respecto, aunque no deja de ser curioso que sea tradicional comerse un bocadillo de calamares en el sitio donde más se añora el mar.
Lo típico es comérselo en la Plaza Mayor, o mejor dicho, en las salidas de ésta. Así, en la salida de la Plaza Mayor hacia la Plaza de San Miguel, en el número 5 de la calle Ciudad Rodrigo, hay un sitio pequeñito a mano izquierda según sales de la Plaza Mayor donde apenas caben 10 personas (apretándose) pero que congrega en su entrada a unas 50. Se trata de Casa Rúa, que antes visitaba con asiduidad y que hace un tiempo no visito. Además, las bravas están de muerte. Eso sí, el que quiera sentarse lo tiene crudito, con lo que lo mejor es cogerse el bocata y, si está vacío o medio vacío,quedarse en la barra, pero si no, salirse a la puerta y comérselo en la calle mientras te bebes una caña bien tirada. No serás el único, y si te quedas en la barra, por bien colocado que estés, vas a tener que estar aguantando a los de detrás pidiendo bocatas y viéndolos pasar por delante de tus narices, eso si no te dicen que se los pases. Pese a esto, es muy recomendable, y casi diría que visita obligada. Eso sí, intenta no ir demasiado tarde, porque se nota en la calidad del pan. A la hora del aperitivo, sobre la 1 más o menos, es un buen momento.
En la salida de la calle Botoneras, hacia la calle Imperial, tenemos dos sitios también muy recomendables y que son una alternativa perfecta a Casa Rúa: La Ideal y La Campana.
La Ideal tiene buenos bocatas de calamares y es del tipo Casa Rúa: sitio pequeño en el que coger el bocata y sacarlo a la calle, como se puede apreciar en la foto. Los bocadillos están buenos, aunque creo recordar que son un poco más caros que en los demás sitios. De todas formas, la diferencia de precio no es problema porque están igual de buenos, y suele estar un poco más vacío que La Campana, que está justo al lado.
La Campana es un poco distinto a los dos que he reseñado hasta ahora. No porque el bocata sea mejor o peor (eso va a gustos, y tantos admiradores como detractores tiene un sitio como los otros) sino porque es un poco más grande y si tienes suerte te puedes sentar. Eso sí, cómodamente no. Las mesas son bajitas y te tienes que sentar en taburetes de madera, con lo que la comodidad brilla por su ausencia. Supongo que para que la gente no se eternice en las mesas, que el negocio es el negocio. Y me parece comprensible. Un sitio con tanto trasiego de raciones y bocatas como este no puede permitirse grupos de sobremesa, o se les acaba el negocio. Al fin y al cabo no es un restaurante. Los bocatas, buenísimos, como en los otros dos.
Pero hay vida más allá de la Plaza Mayor, y también hay bares en los que comerse un buen bocadillo de calamares casi a cualquier hora. Por ejemplo, en Atocha, en la Glorieta Carlos V (frente a la estación) está El Brillante, que muchos consideran el mejor bocadillo de calamares de Madrid, pero que a mí me sabe demasiado a fritanga, y para que un bocadillo de calamares te sepa más a fritanga que los de la Plaza Mayor, tiene que ser mucha fritanga. No obstante, si te pilla por la zona de Atocha (o por otras, porque hay bastantes más repartidos por la ciudad) y te apetece un bocata de calamares, es una muy buena opción.
Eso sí, tanto en un sitio como en los otros, intenta no mirar a las freidoras, o no te lo comes. Aunque de todas formas, mires o no, cuando te comas el primero te entrarán ganas de comerte un segundo. Palabra.
3 comentarios:
Buen análisis, aunque a la hora en que lo he leído casi tengo que salir corriendo a pedir uno...
Yo hace demasiado que no voy por allí, pero mi bocata era en Casa Rua (tanto que no he probado los otros del entorno).
Miki, eso se arregla cualquier día, sólo hay que planteárselo :-P
¡Joer, el bocatacalamares! :´)
Hace la tira que no entro. Es que he estado, estoy y estaré muy liado. ¡Qué asco de trabajo! Con decirte que podría haber comido caviar iraní solo por trabajo, no te digo más. Y encima de gorra.
Repito: ¡Qué asco de trabajo! XD
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