No deja de ser un gesto de cara a la galería, pero sirve para dar una imagen de normalidad a la que no estamos acostumbrados, y menos cuando se trata de las relaciones entre EEUU y Rusia. Lo que hace unos años hubiera sido un chascarrillo contado por algún guardaespaldas para solaz de sus compañeros en una larga espera durante una guardia (algo así como "¿os imagináis al presidente y al ruso comiéndose una hamburguesa?"), y visto como algo totalmente imposible, ayer se convirtió en realidad.
Se dejaron de fotos de sofá, recepciones oficiales (aunque no de traductores), apretones de mano mirando a cámara y costosas a la vez que gélidas cenas de gala y los presidentes de dos de los países más poderosos de la tierra se quitaron la chaqueta, se sentaron a una mesa y se comieron una hamburguesa. Además, a Obama se le ve que está en su ambiente, que le encanta.
Seguramente todo esto esté más que preparado, la hamburguesería haya sido revisada varias veces en los últimos meses, el personal investigado (si no directamente cambiado por agentes) y la gente que aparece en alguna de las fotos cuidadosamente elegida, pero la capacidad de Obama para hacer que cualquier cosa parezca natural, no tiene límites. Domina la escena como nadie, y en eso se basa gran parte de su éxito. Todos esperamos que no se base sólo en eso.
Y como aquí somos como somos, para que veamos una foto de dos líderes políticos españoles tomándose una caña (porque aquí somos más de caña y tapita que de hamburguesa) no falta mucho tiempo. Lo que no veo yo es a estos líderes políticos españoles tomándose la caña con naturalidad, sino posando para que todos le vean bien. Con la misma sonrisa vacía de siempre y hablando con los fotógrados en lugar de hablar con su acompañante. Y eso que, en principio, no les hacen falta traductores. Además, han cambiado el contacto a través del famoso teléfono rojo, por el Twitter, como cualquier mortal.
También habría que ver lo que se pide cada uno. Porque seguro que si el líder es catalán opedirá butifarra o pa amb tomaca, y un vino de Costers del Segre, el andaluz se pedirá jamoncito y un fino, el valenciano... no hay líderes políticos valencianos, porque ni González Pons ni Leire Pajín cuentan como líderes. Los gallegos se pondrían morados de Albariño y pulpo a feira y los castellano-manchegos se comerían unas gachas. Especialitos que somos, porque aunque a las hamburguesas se les ha llamado durante muchos años filetes rusos, pero no creo que Medvédev sea consciente de ello.
Se dejaron de fotos de sofá, recepciones oficiales (aunque no de traductores), apretones de mano mirando a cámara y costosas a la vez que gélidas cenas de gala y los presidentes de dos de los países más poderosos de la tierra se quitaron la chaqueta, se sentaron a una mesa y se comieron una hamburguesa. Además, a Obama se le ve que está en su ambiente, que le encanta.
Seguramente todo esto esté más que preparado, la hamburguesería haya sido revisada varias veces en los últimos meses, el personal investigado (si no directamente cambiado por agentes) y la gente que aparece en alguna de las fotos cuidadosamente elegida, pero la capacidad de Obama para hacer que cualquier cosa parezca natural, no tiene límites. Domina la escena como nadie, y en eso se basa gran parte de su éxito. Todos esperamos que no se base sólo en eso.
Y como aquí somos como somos, para que veamos una foto de dos líderes políticos españoles tomándose una caña (porque aquí somos más de caña y tapita que de hamburguesa) no falta mucho tiempo. Lo que no veo yo es a estos líderes políticos españoles tomándose la caña con naturalidad, sino posando para que todos le vean bien. Con la misma sonrisa vacía de siempre y hablando con los fotógrados en lugar de hablar con su acompañante. Y eso que, en principio, no les hacen falta traductores. Además, han cambiado el contacto a través del famoso teléfono rojo, por el Twitter, como cualquier mortal.
También habría que ver lo que se pide cada uno. Porque seguro que si el líder es catalán opedirá butifarra o pa amb tomaca, y un vino de Costers del Segre, el andaluz se pedirá jamoncito y un fino, el valenciano... no hay líderes políticos valencianos, porque ni González Pons ni Leire Pajín cuentan como líderes. Los gallegos se pondrían morados de Albariño y pulpo a feira y los castellano-manchegos se comerían unas gachas. Especialitos que somos, porque aunque a las hamburguesas se les ha llamado durante muchos años filetes rusos, pero no creo que Medvédev sea consciente de ello.
2 comentarios:
En España, los políticos se irían al Txistu a dejarse 300 € por barba, eso sí, en plan informal.
¿Me engañan las horas de trabajo frente a un TVD o mientras los dos jerifaltes se ponen hasta las trancas sus dos intérpretes están en ayunas?
¿Puede ser?
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