jueves, 18 de agosto de 2011

El becerro de oro

Definitivamente, España se ha rendido. Vale que el Papa sea jefe del Estado Vaticano, el más pequeño de Europa y en el que la democracia brilla por su total ausencia, y vale que, según el CIS, el 73% de la población española se declare católica (y pocos me parecen, porque antes se te bautizaba y hacías loa comunión sí o sí), aunque sólo el 22% declare que asiste a misa con más o menos regularidad, lo que creo que se acercaría más al número de verdaderos católicos, pero lo que creo que no vale es que el estado se ponga patas arriba para recibir al Papa.

Lo de la A-2 de esta mañana ya me ha parecido de traca. No se deberían poder cortar 12 km de una autopista de 10 de la mañana a 2 de la tarde porque tiene que pasar el convoy del Papa. Por muy jefe de estado que sea, que en Madrid se recibe a muchos jefes de estado y no nos enteramos, a no ser que te cruces con la comitiva.

No se corta el tráfico en el centro de Madrid durante una semana entera para ningún evento. No se da transporte prácticamente gratis a sus participantes, ni se les ceden gratuitamente instalaciones públicas, ni se les da preferencia sobre el resto de los mortales. La última ha sido la circular que ha mandado la lideresa del PP de Madrid a los centros de salud, solicitando que no se cobren las atenciones ni se pasen facturas a los países de procedencia de los peregrinos atendidos. Eso sí, a ver lo que tardan en hablar del copago una vez pasen las elecciones. Entonces no habrá dinero para pagar la sanidad, y nos pedirán que nos apretemos el cinturón. No creo que la sanidad se salve por el dinero que se pueda aportar con las facturas que generen los peregrinos, pero tampoco estamos como para regalarlo.

Y todo para recibir al Papa, que más parece una estrella del rock que un representante religioso. Apenas he oído hablar a los peregrinos de Dios, o del mensaje de Cristo. Todos se refieren a la oportunidad de conocer gente y de ver al Papa, que parece haber ocupado el lugar del becerro de oro que adoraba el pueblo judío a pies del monte Sinaí.

Y no sólo los peregrinos adoran a este nuevo becerro de oro vestido de blanco impoluto, aunque con los zapatos rojos heredados de los borceguíes rojos del Emperador de Roma, también el gobierno (con minúsculas) de España se ha rendido a la adoración del nuevo ídolo. Además de las desgravaciones a las empresas patrocinadoras del evento católico, no se han cobrado los visados a los peregrinos que lo precisaran, que a una media de 60 €, es un pico.

Por mí, y ya que voy a ir al infierno, cuantos más seamos, más nos reiremos. Les espero a todos.

4 comentarios:

El que ya NO apaga las subestaciones dijo...

¿Al infierno?

Claro, tú no conoces a nadie que haya sido reanimado tras una parada cardiorespiratoria suficientemente larga.

Cuando morimos, si estamos conscientes, vemos esa "luz blanca", que en realidad no es más que una especie de postimagen generada en los nervios de los globos oculares. A la vez se siente el "bienestar" producido por la liberación de endorfinas que se realiza de modo automático para paliar el dolor.

Lo bueno viene después. Cuando todo es oscuridad y vacío. Entonces aparece una voz que dice...

Game over!!!

Y ahí se acaba todo. No hay nada más allá. Cosa que algunos niños de cinco (5) años, educados de una forma racional, son capaces de descubrir por sí mismos.

Pero, claro, sin miedo al infierno, ¿quién haría caso a un "joven" de 84 que nunca ha trabajado, que ha condenado a obispos por ser caritativos y que pretende decirnos a los demás cómo vivir nuestras únicas vidas?

Yo no, desde luego.

El que ya NO apaga las subestaciones dijo...

Por cierto, ahora tendríamos que organizar la Jornada Mundial de la NO-juventud.

Por supuesto, presidida por el Gran Mufti de Jerusalén. Con invitación a todos los musulmanes de cualquier edad, menos jóvenes, de todo el planeta.

¿El Estado Español se portaría igual?

Sergio dijo...

Lo de ir al infierno es un decir, porque incluso creo que la propia iglesia católica dijo que no existía.

Lo que quiero decir, es que me parece que no nos libraríamos ninguno, por muchos "avemarías" que recen algunos y muchos golpes de pecho que se den.

El que ya NO apaga las subestaciones dijo...

Se peca por acción y también por omisión.

Así que, ¿no hay ningún santo varón que esté omitiendo ayudar o ayudar más a su prójimo necesitado?

No, lo siento: El pecado no admite moderación. Especialmente el pecado por omisión.