jueves, 15 de julio de 2010

El efecto Duracell

Ayer asistimos a la primera parte del debate sobre el estado de la Nación. Éste es ese debate en el que habla el presidente del Gobierno, el jefe de la oposición le dice que ni de coña y al final se enzarzan en el y tú más y los periodistas juzgan quién ha sido el ganador. Eso sí, nunca gana España. Bueno, en deporte sí. Una vez que se lleva a cabo este ritual, sube a la tribuna el representante de CiU y por arte de magia, a casi todas sus señorías les entran las prisas y se van por piernas al grito de "tonto el último". Yo se lo daba ex-aequo a todos, pero ese es otro tema.

En esta edición, ninguna sorpresa. El presidente del Gobierno dice que lo está haciendo bien, el jefe de la oposición dice que "de eso nada, monada" y se olvidan de los asuntos de la nación y empiezan a centrarse en ellos mismos, que al fin y al cabo es a lo que van, a rebozarse en su propia miseria. Me recuerdan al anuncio de Mixta, el de los gatos, siempre a piñón fijo.



Cada uno va a la suya y no se ponen de acuerdo, y mientras, los diputados de los partidos respectivos, a jugar a Teresa Rabal, con lo de "me pongo de pie, me vuelvo a sentar", aunque eso de ser diputado no sé si se puede considerar un oficio, por mucho que a veces se parezca al más antiguo del mundo. Porque dedicarse a jalear a su jefe de filas diga lo que diga, no me parece un oficio digno.

Así, un año más asistimos al efecto Duracell, por el cual, cada uno de los líderes de los partidos suelta la suya una vez tras otra, aunque no tenga que ver. Algo así como un "manzanas traigo" general que al final acaba por dejar que todos los temas sigan como estaban. Si acaso, lo que sube un poco es nuestra vergüenza ajena.

Mientras, el país va a lo suyo, que no es otra cosa que la resaca del Mundial y las alabanzas al pulpo Paul, al que muchos no dudarían en votar en el caso de que se presentar a unas eventuales elecciones, que se producirían en el caso de que Zapatero hiciera caso a Rajoy y las convocara como solicitó ayer. No parece ser el caso, puesto que Zapatero le lanzó la moción de censura a la cara y con evidente "animus molestandi", o dicho de otra forma, a mala leche. Y la verdad es que no le falta razón a ZP en este sentido, que en su frase "para presentar una moción de censura hay que tener un programa de gobierno y el valor de presentarlo ante los españoles" le viene a decir a Rajoy lo que le decía yo mismo hace un tiempo, que el que quiera peces que se moje el culo, además de sembrar la duda de si el PP tiene un programa electoral o si simplemente espera que caiga ZP para subirse al pedestal sin tener que desgastarse. Porque a lo mejor el PP sí que tiene programa electoral, pero les da miedo presentarlo. No sé cuál de las dos posibilidades prefiero...

2 comentarios:

El que apaga las subestaciones dijo...

No te quepa la menor duda: El PP tiene un programa electoral. Y no lo quiere enseñar. Igual que el PSOE tampoco quisiera si estuviese en la oposición.

Primero: Precarizar el trabajo. Que se pueda pagar cada vez menos y que dure lo menos posible.

Segundo: Disminuir los derechos de los trabajadores. Cada vez será más difícil cobrar prestaciones que ya hemos pagado (paro, bajas, permisos, etc).

Tercero: Ignorar la ley conmutativa de la multiplicación. Si la demografía dice que con 15 años de la cotización actual no se podrá cobrar la pensión hasta los 90, pues nada, que trabajen hasta los 70. ¿Y no se podría contar más años por delante en lugar de por detrás (con perdón) y, sobre todo, cotizar más dinero cada año?

Cuarto: Seguir haciendo lo mismo durante otros cuatro años más. Es decir, no gobernar para 46 millones, si no para 6 millares de millonarios.


Y tampoco te quepa la menor duda: Con tal de que no estén Epi y Blas, yo mismo votaría a San Paul de Mar.

Pero el otro día me enteré de que los cefalópodos solo viven dos años. Así que el pobre no va a poder presentarse a las próximas generales. Además, dicen que se ha retirado. Ahora Paul solo atiende en el teléfono del tarot.

El que apaga las subestaciones dijo...

Marifé de erratas:

Cuarto: Seguir haciendo lo mismo durante otros cuatro años más. Es decir, no gobernar para 46 millones de mileuristas, si no para 6 millares de millonarios.