miércoles, 10 de diciembre de 2008

Buscando la suerte

No cabe duda de que la Navidad empieza realmente el "día de la salud", que no es otro que el 22 de Diciembre, con el sorteo de la lotería de Navidad. La verdad es que la cosa ha cambiado, porque antes, si te tocaba el gordo, te comprabas una casa y un coche, y ahora no te llega ni para pagar lo que debes, pero seguimos teniendo ilusión en que el niño de San Ildefonso encargado de los premios ponga la mano encima de los alambres y el de los números cante el nuestro con ese soniquete que se hace llevadero hasta que sale el gordo, pero que luego se convierte en insoportable. Y la verdad es que la gente ya no sabe qué hacer para buscar la suerte.

Esta mañana he visto una noticia en la edición de Castellón del diario Levante-EMV que el número 27.931 se está agotando a marchas forzadas. La razón no es otra que el anuncio de Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón e imputado por delitos de prevaricación, falsedad en documento público y fraude entre otros, de que ha comprado una serie entera del número en cuestión. También dijo que si le tocaba se sacaba "la pirula" y se meaba en la sede de IU. Sólo les faltaba eso a los pobres de IU.

¿Y qué que haya comprado ese número?, pues que Fabra ha esgrimido en la instrucción judicial que le ha tocado la lotería en cuatro ocasiones en los últimos años, lo que explicaría sus fabulosos ingresos. Siendo así, es normal que el número que compra la persona más afortunada de España (después de Roca, constructor imputado en el caso Malaya) sea solicitado por todos aquellos que vemos en la lotería una oportunidad de mejorar un poco, o como dice mi padre, de "pagar una entrada de lo que debemos y nos sigan fiando". No es mi caso, pero supongo que por vaguería.

Otra cosa son aquellos que han comprado el número correspondiente con la fecha del accidente de Barajas, o han comprado lotería en Las Palmas, aludiendo a que la suerte siempre cae donde hay desgracias. Eso sí me parece triste. Intentar aprovechar una desgracia ajena para sacar tajada, aunque al final dependa de las bolitas, me parece muy muy triste.

Pero bueno, todos tenemos nuestras manías. Yo siempre compro un décimo en La Pajarita, porque a mi abuelo le tocó una vez y la compró en esa administración y es que, como dice mi madre, "las manías no las curan los médicos".

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