martes, 8 de diciembre de 2009

Cañas y Tapas: El Museo del Jamón

Uno de mis sitios preferidos de Madrid (y de mis padres, que son fans) es El Museo del Jamón. Es una cadena de establecimientos fundados en 1978 y que se encuentran en los centros neurálgicos de Madrid, sobre todo en la Puerta del Sol y alrededores, aunque también hay en la calle Atocha, en la Plaza Mayor, el Paseo del Prado, la Calle de Alcalá a la altura de Goya y Parque Oeste de Alcorcón.

La decoración es de lo más apropiada, con una cantidad ingente de jamones colgados del techo y fotos de las instalaciones de Doña Jacoba, de donde son la mayoría de los jamones que se venden allí. Por otra parte, cada local se divide en tres partes: charcutería, panadería y cafetería-restaurante.


La charcutería, como no podía ser de otra forma, está especializada en jamón y derivados del cerdo, aunque se puede encontrar de todo y todos los días, lo que le hace un firme candidato para esos días en los que está todo cerrado y necesitas hacer compras de última hora. Por supuesto, la calidad en comparación a las tiendas de chinos es um millón de veces superior, además de que apenas tienen productos envasados, y hacen el corte en el momento. De precios está muy bien, sobre todo en comparación a los chinos. A lo mejor en un mercado es más barato, pero claro, estamos hablando de un domingo o un festivo. A destacar que tienen de todo tipo de jamón, cómo no.

La panadería no es lo mejor del local, pero hace su papel. Tienen bastantes tipos de pan que hornean ellos mismos, que por cierto está muy rico, y una buena variedad de dulces a muy buen precio, además de que hacen dulces "de temporada" como las torrijas en Semana Santa, los Huesos de Santo para Todos los Santos o las Rosquillas del Santo en San Isidro, las tontas, las listas y las de limón. Aunque lo que destaca de la panadería es la posibilidad de comprar bocadillos de jamón para llevar, y ahora están de oferta ¡¡¡a 1 €!!! El que no se compra un bocadillo de jamón es porque no quiere, desde luego. También están los croissants rellenos de jamón, jamón y queso y con sus rodajas de tomate y todo. Un lujo, desde luego, y a 1,95 €, que tampoco es caro.

Y la parte estrella es la cafetería-restaurante. Te puedes tomar una caña, por supuesto bien tirada, con la tapita que te ponen, que suelen ser recortes de la charcutería o algún tipo de frito fácil de preparar y a la vez contundente. Esta caña (que en la barra vale 0,90 €) también se puede acompañar con multitud de raciones, tanto de jamón como de cualquier otro tipo, destacando los calamares, la tortilla (recomiendo encarecidamente el bocadillo) y todo lo que tenga que ver con ibéricos. En el restaurante se pueden pedir desde menús diarios (buenísimos) hasta un plato combinado, con el añadido de que antes te ponen un consomé de jamón que está para chuparse los dedos. También hacen parrilladas para compartir entre varias personas, abundantes y de calidad.

De todas formas, no quiero terminar sin destacar lo que más me hace ir al Museo del Jamón, que no son otra cosa que los desayunos. Un café con leche y una barrita con mantequilla y mermelada y hasta sale el sol. Sabrosas, calentitas, crujientes... increíbles. También se pueden pedir otro tipo de desayunos, pero yo me quedo con las barritas, no hay color.

Y para más información, entrad en la web, que la he puesto al principio. Yo ya estoy que no puedo más, así que me voy a comer. Seguramente al Museo del Jamón, "Los museos más sabrosos de Madrid"

2 comentarios:

David S. dijo...

Gran lugar para llenar (y bien de caldo y solido jajajajaja) la barriga. Este puente he ido a tapear y comer al que hay en El Centro Comercial - Parque Oeste de Alcorcon.
Suelo ir a menudo a tomarme esas cervecitas con las tapas y despues a comer para rematar.

El que apaga las subestaciones dijo...

¡¡¡¿Que han puesto un museo del jamón en Alcorcón?!!!

¡Mierrrrrrrrrrrda!


Montana, nunca debimos cruzar el arroyo Meaques.


Eso sí, mejor que en Parque Oeste hubiese sido ponerlo en el Tres Aguas, que se puede ir andando desde el casco urbano. Coger el coche para desayunar me parece un exceso. Incluso por un jamón.