Ella es así. Le gusta sacar de vez en cuando a la niña que lleva dentro, y para ello aprovecha la privacidad inherente a Internet. La misma privacidad que le permitía confesar que le encantaba comer, y yo me la imaginaba relamiéndose cada vez que me hablaba de lo que había comido en tal o cual restaurante, además, me la imaginaba con la misma cara de ilusión de un niño que se come un helado casi tan grande como él, y se llena la cara de churretones.
Le gusta sacar la niña que lleva dentro, supongo, porque se pasa el día rodeada de niños, y ese aprendizaje es el que le hace capaz de sorprenderte poniéndose a cantar canciones de los payasos de la tele cuando menos te lo esperas, escribiendo en caligrafía sin encomendarse a Dios ni al Diablo (y disfrutando con ello), o preguntándote por qué ha dicho lo que ha dicho. Como si yo lo supiera.
A sus 38 años, con su franca sonrisa por bandera, sus ojos vivarachos escrutando el mundo que le rodea y su sinceridad traducida en imposibilidad para ocultar su estado de ánimo, reconoce sin tapujos que está cansada porque ha estado decorando la clase con motivos primaverales porque tiene una reunión con los padres de sus alumnos. También reconoce, aunque intentando impostar un poco, que no le cuesta trabajo seguir la dieta que acaba de empezar. Como si a todos no nos costase...
Ella es así, y siendo así es una delicia compartir momentos con ella, aunque sea a través de una pantalla de ordenador. Y aunque diga que se va y luego se disculpe porque se ha quedado un rato más, por mí, como si no se quiere ir.
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